Peregrinación a Fátima

Peregrinación a Fátima en el año de la Fe.

"Sabemos lo que anuncia esta columna de fuego ardiendo en llama viva para gloria de Dios. Y aunque distribuye su luz, no mengua al repartirla". Así se proclama en el Pregón de la Vigilia Pascual. Esta experiencia es la que hemos vuelto a vivir en “La capilla de las Apariciones" de Fátima.

Esta llama, que es signo de Cristo resucitado, la hemos vuelto a tener en nuestras manos. Él era la luz verdadera según aparece con toda claridad el prólogo del evangelio de S Juan, y también nos lo recuerdan algunos iconos bizantinos: "ego sum lux mundi", "yo soy la luz del mundo".

La luz la hemos recibido del cirio Pascual y la hemos repartido, sin perder nada de su intensidad, y se ha iluminado toda la explanada de Fátima a partir de la luz de Cristo resucitado.

Es lo que ha hecho y sigue haciendo la iglesia con la fe. La ha recibido y la reparte sin menguar. Nosotros hemos llevado esas candelas en nuestras manos en la procesión de las antorchas las noches del 12 y 13 de abril, a un mes de nuestra fiesta. Hemos estado allí en Fátima por ser el "AÑO DE LA FE", para que esa luz permanezca tintineante y sin que se apague en nuestras manos y en nuestra vida, para que la demos a otros sin perder su propiedad, su fortaleza y su fuerza lumínica.

La hemos portado cantando a María de Fátima para pedir al Señor que aumenté en nosotros el don de la fe.El día 12 presidió nuestra eucaristía un sacerdote de Córdoba claretiano ciego. No veía nada pero, sin pretenderlo, nos demostró en su homilía que con los ojos de la fe se puede ver con más nitidez las cosa de la fe. Ese es el secreto de Fátima, que unos niños Francisco, Jacinta y Lucía, de 10, 9 y 7 años, y sólo ellos, vieron a la Virgen y se comunicaron con ella. Fátima representa eso, que unos "niños videntes" sintieron el mensaje de la Virgen.

Esta les hablaba fundamentalmente de la importancia de la oración y de aceptar en sus vidas la voluntad de Dios. Fátima es un centro de fe, donde se manifiesta con sencillez la religiosidad popular, donde cada uno lleva sus tristezas, alegrías, penas e intenciones. Se lee en los rostros de los peregrinos que andan por allí. Acuden y acudimos a María.

Pasamos por nuestra mente y corazón, hecho oración, a todas las personas queridas y se las presentamos a María porque ella, en su sencillez es imprescindible para nuestra espiritualidad cristiana.

El título más importante de María es ser la "Madre de Dios", y la nota imprescindible en nuestra devoción a ella es que debe ser cristocéntrica. Por eso María nos mueve a porofesar nuestra fe, que es la fe de la Iglesia que hemos recibido. Hemos celebrado en la gran capilla de la Santísima Trinidad la eucaristía dominical con una liturgia solemne y abierta a todos los grupos de los diversos peregrinos que coincidimos allí.

Siguiendo la ruta prevista hemos visto también cómo la fuerza de la fe ha movido a la construcción en 1386 del monasterio de Batalha para celebrar la guerra de la independencia con España. Allí está “Nuestra Señora de la Batalha".

Escultura en piedra policromada representando a una Piedad. Nos preguntábamos cómo rezar a una Virgen que conmemora que los portugueses nos ganaron a los españoles.
Bueno, la historia es así.Igualmente nos pasó con la gran abadía de Alcobaça, centro de cultura y saber de la antigüedad.

Ha sido una buena experiencia, todos hemos venido contentos y dando gracias a la Dios y a la protección de María. Hemos recordado y pedido por toda nuestra parroquia de Fátima en Salamanca, por los enfermos, por los que viven solos, por el grupo de acción social y los necesitados, por los niños y catequistas, sobre todo los que van a tomar la primera comunión y por sus padres, por los jóven.es, por los grupos de JEC, por los difuntos, por los de Tiempo Libre, por los de liturgia, por los coros parroquiales, por los alcohólicos anónimos, por los de mantenimiento, por los diversos grupos de formación bíblica y cristiana,...

Hemos cogido fuerzas para celebrar con gozo la novena de la Virgen de Fátima en este año en el que conmemoramos el cincuenta aniversario de nuestra parroquia.